El ecosistema costero es muy complejo. En él convergen las aguas marinas con la tierra firme. Esa complejidad hace que los impactos ambientales sean también muy pronunciados. Simultáneamente, la actividad humana se ha concentrado en nuestro país mayoritariamente en la franja costera causando alteraciones muchas veces irreversibles.
Pero los problemas medioambientales de la costa vasca no son diferentes a los que afligen al resto de la costa europea: presión urbanística, vertidos, degradación de la calidad del agua... con la consecuente incidencia en nuestra biodiversidad. Nuestra costa se compone básicamente de acantilados y, en estas zonas, la deforestación y los monocultivos, en una palabra, la fuerte antropización, son causa de la pérdida de diversidad biológica. Nuestras playas, en general, gozan cada vez de mejor salud, pero al ser pequeñas, también son más frágiles. Afortunadamente, algunas de ellas están recuperando el esplendor de antaño y otras pronto se verán libres de construcciones que las limitan y afean.
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